viernes, 6 de diciembre de 2013

Volver a ti.

La noche estaba apagada, el cielo vestía un azul silencioso y opaco, las pocas estrellas que había brillaban sin luz, la suave brisa del viento me rodeaba como si quisiera protegerme de algo, a decir verdad, yo se lo agradecí, pues el miedo me estaba inundando por dentro. Solo se escuchaba el eco de mis pasos quedando atrás, alejándose de mi.

Durante una décima de segundo pensé en volver, pero aún quedaban las últimas gotas de amor que aquel pequeño y viejo frasco de cristal guardaba. Mis sentimientos más profundos me pedían a gritos que las bebiera. Les hice caso y seguí caminando...

A lo lejos me pareció ver su silueta, mi corazón empezó a latir con fuerza. Empecé a andar más deprisa, los minutos que tardé en acercarme lo suficiente como para saber que era él se hicieron eternos. Llevaba años sin verle y ahora me volvería a abrazar con su sonrisa, me volvería a hechizar con su mirada. Esa mirada de cielo. Unos pasos más.

Me paré en seco. Allí estaba él, alto, fuerte, apuesto, con su pelo alborotado y oscuro como la noche, con unos años mas pero con la misma sonrisa de siempre... Corrí a abrazarle, a escuchar su añorada voz, a encontrarme de nuevo con sus labios de miel. Sus brazos me rodearon como al más preciado bien, su voz dio luz a las estrellas y sus labios, sus labios me devolvieron la luz que se habían llevado años atrás.



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